Capítulo 2.6. Geoingeniería: propuestas e impactos.

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Silvia Ribeiro

Una de las apuestas más peligrosas frente al cambio climático es la geoingeniería, un concepto que engloba distintas propuestas tecnológicas para manipular el clima global, con la idea de manejar algunos síntomas del caos climático. Conlleva riesgos ambientales, sociales y geopolíticos, pero el mayor riesgo inmediato es que funciona como excusa para la inacción climática: se usa como coartada para la continuación y aumento de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) con la promesa de que en el futuro habrá tecnologías que podrían retirarlos o reducir la temperatura.

Esta es una promesa vacía porque la gran mayoría de esas ideas son simplemente teóricas y las pocas que se han desarrollado mínimamente, en la práctica son prototipos o no han funcionado por diversas causas. En ningún caso están desarrolladas a escala comercial ni a la gigantesca escala global que se requeriría para que tuvieran efecto significativo sobre el calentamiento.

No obstante, las propuestas de geoingeniería son muy atractivas para las industrias contaminantes y que causan altas emisiones de GEI, como las de energía fósil, minería, transportes, automóviles, agronegocios, entre otras, así como para los países sede de las grandes corporaciones que dominan esas industrias. Aparecen como una supuesta “solución” tecnológica para seguir con sus actividades contaminantes sin enfrentar los cambios radicales en los patrones de producción y consumo que se requieren. Al mismo tiempo, les abre nuevas fuentes y oportunidades de negocios, explotación y extracción. 

Básicamente, son una vía para crear un gran mercado cautivo global: las causas del cambio climático continúan, por tanto la crisis climática sigue creciendo, por lo cual la venta de las tecnologías para manejar los síntomas –si funcionaran– abre un mercado que una vez iniciado no puede suspenderse y que sería pagado mayoritariamente por los Estados. El empuje del engañoso concepto “emisiones netas cero”, que propone compensar emisiones en lugar de reducirlas, es también una plataforma para promover la geoingeniería, como “solución” tecnológica. 

Tecnologías propuestas

Las tecnologías de geoingeniería se engloban generalmente en tres categorías principales: las que se orientan a la remoción de dióxido de carbono (RDC); las que que buscan reflejar parte de la radiación solar al espacio para reducir la temperatura (MRS -Modificación de la Radiación Solar), también conocidas como geoingeniería solar; y las de modificación locales del clima, para causar o evitar lluvias, granizo, etétera.  

Actualmente, hay unas 25 – 30 propuestas de geoingeniería entre las tres categorías, que proponen manipular ecosistemas terrestres, marinos y/o la atmósfera. Sin embargo, ninguna de ellas intenta abordar ni cambiar las causas del cambio climático, sino que pretenden gestionar algunos de sus síntomas. Entre las técnicas propuestas están las que plantean inyectar sulfatos u otros productos químicos en la estratósfera para bloquear la luz solar con el objetivo de atenuar la radiación que llega a la tierra; blanquear o abrillantar nubes marinas para que reflejen más luz solar hacia el espacio; desarrollar instalaciones para capturar dióxido de carbono de la atmósfera y luego enterrarlo en pozos de petróleo u otras formaciones geológicas terrestres y marinas; fertilizar el océano con hierro o urea para estimular el rápido crecimiento de plancton, con la esperanza de que absorba más dióxido de carbono y lo hunda al fondo del océano, alterar la química del mar con rocas pulverizadas para hacerlo más alcalino; hacer megaplantaciones de árboles o cultivos transgénicos que supuestamente absorberán más carbono o reflejarán más luz solar. 

Hasta este momento, las propuestas más frecuentes son las referidas a la remoción y almacenamiento de carbono. La captura y almacenamiento de carbono (CAC o CCS por sus siglas en inglés) es una vieja técnica de la industria petrolera para acceder a reservas profundas de hidrocarburos y paradójicamente, extraer aún más petróleo, lo cual causa más emisiones de GEI. Propuestas que dependen de esta tecnología, como la bioenergía, con captura y almacenamiento de carbono (BECAC o BECCS por sus siglas en inglés), implican producir inmensas plantaciones de árboles o cultivos y luego talarlos/quemarlos para producir “bioenergía” que posteriormente es combinada con CAC para capturar el carbono emitido en la producción. Asimismo, la captura directa de aire (CAD o DAC por sus siglas en inglés), usa por ejemplo mega instalaciones de ventiladores que filtran aire y separan el CO2 con solventes químicos, para luego enterrar ese carbono con CAC o reutilizarlo en diferentes productos, con lo cual tarde o temprano el CO2 vuelve a la atmósfera, o sea que no debería llamarse “almacenamiento”. Las industrias de combustibles fósiles tienen gran interés en todas esas técnicas y tienen la mayoría de las inversiones en estas iniciativas. 

Recientemente, los promotores de la geoingeniería han intentado desligarse del término “geoingeniería”, presentan las tecnologías por separado o alegan que existen grandes diferencias entre las técnicas de remoción de CO2 y las de geoingeniería solar, por lo que deben considerarse por separado. Si bien es cierto que las tecnologías son diferentes entre sí, el común denominador es que todas proponen la manipulación tecnológica del clima a gran escala. Nombrarlas por separado es una forma de evitar considerar sus impactos regionales o globales sumados, de evitar el necesario análisis de los efectos sinérgicos que resultarían de aplicar varias de estas tecnologías en forma concomitante y, sobre todo, de evitar que las comunidades y el público en general advierta desde el comienzo que se trata de tecnologías que suponen grandes riesgos. 

Riesgos

Todas las propuestas de geoingeniería, desplegadas a la escala necesaria para influir en el cambio climático, conllevan enormes riesgos sociales, ecológicos -incluyendo a la biodiversidad-, así como efectos negativos imprevisibles y a menudo sinérgicos, además de impactos transfronterizos. Cada esquema de geoingeniería propuesto tiene riesgos y efectos potenciales específicos (al final de esta nota hay referencias para ver las características e impactos de cada una de ellas), pero todas estas tecnologías comparten una serie de impactos negativos:

  • El clima es un ecosistema dinámico y esencial para toda la vida en el planeta, sobre cuyos mecanismos e interacciones aún hay muchas dudas y falta de conocimientos.  Su alteración con geoingeniería implica, por tanto, grandes incertidumbres sobre sus efectos. 
  • Si se logra alterar la temperatura en una región por medio de geoingeniería solar, por ejemplo en el Ártico, esto aumentará la precipitación y/o las sequías en la zona entre los trópicos, desequilibrando el régimen de monzones y creando enormes áreas de sequías, especialmente en África. Según estudios científicos, por ejemplo los publicados por el climatólogo Alan Robock, esto pondría en riesgo las fuentes de alimentación y agua de dos mil millones de personas en el Sur global.
  • La mega escala necesaria para influir en el clima global significa que los impactos potenciales también serían enormes. Por ejemplo, las técnicas de geoingeniería solar, como la inyección de aerosoles estratosféricos (SAI por sus siglas en inglés), podrían enmascarar el aumento de temperatura, pero las causas del calentamiento global (emisiones de GEI) continuarían. Esto significa que una vez iniciada, la inyección de aerosoles no podría detenerse y este proceso requeriría de cantidades cada vez mayores de aerosoles. Si se interrumpe -intencionalmente o no, ya sea por cambios políticos, por falta de presupuesto, por sabotaje, por error humano u otras causas- provocaría lo que algunos científicos han denominado un “shock de terminación” con un súbito aumento de la temperatura, lo cual puede ser mucho peor que si las tecnologías nunca se hubieran utilizado.
  • Las tecnologías funcionan como excusa para evitar o retrasar la reducción real de las emisiones de GEI, perpetuando así el uso de combustibles fósiles. Dado que  no se abordan las causas del cambio climático, el despliegue de la geoingeniería crea mercados cautivos para supuestas soluciones que atienden síntomas mas no el problema. 
  • El hecho de que los países más poderosos y actores privados con gran poder financiero y de mercado controlen estas tecnologías aumenta las tensiones geopolíticas y las desigualdades globales.  
  • Estas tecnologías tienen un importante potencial bélico. Varias de las técnicas de geoingeniería solar y de modificación del clima tienen origen militar. Aunque ahora se investiguen como una forma de manejar la crisis climática, su potencial bélico sigue estando presente y podrían utilizarse como armas reales (o como amenaza) contra países y regiones. 
  • ¿Quién decide quién gana y quién pierde? La geoingeniería necesariamente crea “ganadores y perdedores”, algo que hasta sus proponentes admiten. Algunas regiones podrían tener una “mejor” temperatura, pero otras sufrirían más calor o más frío, junto con sequías e inundaciones extremas. Esto plantea el gravísimo problema de que, si avanza la geoingeniería, los que tengan las tecnologías y recursos podrían “controlar el termostato global” y usarlo como arma y amenaza geopolítica. 

La industria petrolera y los multimillonarios detrás de la geoingeniería

La industria de los combustibles fósiles lleva investigando sistemáticamente el cambio climático desde 1940, incluyendo formas de modificar el clima. Empresas como Exxon Mobil, Shell, BP, Total y Chevron han patentado diferentes técnicas de geoingeniería. La industria se ha aventurado incluso en la investigación y el desarrollo de técnicas de gestión de la radiación solar (SRM), la alcalinización de los océanos y otras áreas. 

Como reporta el Center for International Environmental Law (CIEL) en su informe Fuel to the fire: “Las industrias de combustibles fósiles creen que la Captura y Almacenamiento de Carbono (CAC) y las técnicas de Remoción de Dióxido de Carbono (RDC) son esenciales para salvar la producción de carbón, asegurar el futuro del petróleo y el gas, y ‘desbloquear’ el carbono que ahora se considera “no quemable” por estar fuera de alcance”. El informe muestra que 85% de las subvenciones estadounidenses para CAC y para proyectos de CDA) irían a parar a lo que se conoce como “Recuperación Mejorada de Petróleo”, aumentando así la explotación de combustibles fósiles. 

La técnica de Recuperación Mejorada de Petróleo (enhanced oil recovery), desarrollada hace décadas por la industria petrolera, consiste en inyectar CO2 en pozos de petróleo casi agotados para acceder a las reservas más profundas. Rebautizada bajo el nombre de Captura y Almacenamiento de Carbono (CAC), la técnica se presenta ahora como una forma de controlar el colapso climático. ya que, según sus defensores esta puede puede producir beneficios sociales y climáticos. Por esta razón, sus promotores pretenden que se financie con subvenciones públicas. Sin embargo, si se tiene en cuenta la intensidad energética del consumo de energía a lo largo de todo el ciclo de vida de esta técnica; que no está demostrado que realmente se “secuestre” carbono; y que si adicionalmente se inyecta el CO2 recuperado en proyectos de CAC para extraer más petróleo y aumentar la explotación, estos proyectos terminarían por  incrementar las emisión de GEI.

Actualmente existen proyectos CAC en México, Brasil y otros países de América Latina, justamente en las zonas de explotación petrolera. En todos los casos se aplica para aumentar la extracción de petróleo, aunque en la mayoría se espera poder reclamar créditos de carbono por la primera parte del proceso (captura e inyección de CO2 en pozos), como si estuviera separada de la meta final de aumentar la explotación. 

En el caso de captura directa de aire (CAD), Chevron, Occidental Petroleum y BHP, entre otras empresas altamente contaminantes, han invertido más de 70 millones de dólares en la empresa de CAD Carbon Engineering, fundada por el investigador de Harvard David Keith, uno de los más conocidos promotores de la geoingeniería. El millonario de las arenas bituminosas Murray Edwards y Bill Gates están entre los inversores iniciales de esta empresa. Keith es un ardiente promotor de la geoingeniería y, además de trabajar en esta empresa con fines de lucro, también trabaja como investigador en la Universidad de Harvard, en un controvertido experimento de geoingeniería solar al aire libre llamado ScoPEx, que ha sido rechazado enérgicamente por comunidades indígenas en Suecia, Finlandia y Noruega, lugares planteados para realizar el experimento. 

A pesar del interés de alto nivel de las empresas transnacionales y de cierto desarrollo de las tecnologías CAC y CAD (que están muy lejos de funcionar a la escala necesaria, al punto que no se sabe si podrían hacerlo realmente), la mayoría de las propuestas de geoingeniería se encuentran en el ámbito de las teorías especulativas. La mayor parte de las investigaciones se realizan en Estados Unidos, seguido de Reino Unido, China y otros países altamente emisores de GEI, como Japón, Australia, Corea y la Unión Europea. Algunos de estos equipos de investigación intentan también realizar experimentos al aire libre. 

Varios de los multimillonarios más ricos del globo se han involucrado activamente en la financiación de investigaciones y experimentos de geoingeniería, los encabeza Bill Gates quien lo hace desde hace más de una década. Esta es una tendencia muy preocupante, porque el mundo del filantrocapitalismo es poco o nada transparente ni democrático, con una fuerte capacidad de cabildeo para promover intereses científicos a su servicio, para desarrollar técnicas que sirvan a las empresas donde colocan sus acciones y  para justificar anuncios de “emisiones netas cero” que terminan por convertirse en una trampa para no reducir realmente la emisión de GEI.

Precaución y resistencia frente a la geoingeniería

En Naciones Unidas, las decisiones más importantes se han tomado en el marco del Convenio de Diversidad Biológica, que llamó a una moratoria sobre fertilización oceánica en 2008 y otra sobre geoingeniería en 2010, seguidas de varias otras resoluciones al respecto. El Convenio y Protocolo de Londres sobre vertidos en el mar también tomaron decisiones en el mismo sentido en 2008 y 2013, con respecto a la fertilización oceánica.   Actualmente y a pesar de la enorme importancia de estas resoluciones, existe una enorme  presión de empresas y gobiernos con inversionistas en geoingeniería para debilitar o ignorar estas resoluciones.

La geoingeniería, como totalidad y en cada una de sus técnicas, ha sido denunciada y criticada por organizaciones ambientales, movimientos sociales y redes de justicia climática; su lógica experimental es altamente peligrosa, puesto que el sujeto de la experimentación es la casa común de todas y todos. En 2018, la campaña internacional “No Manipulen la Madre Tierra” lanzó un manifiesto y una plataforma de coordinación (actualmente es la red más extensa a nivel global). Procesos que también están acompañados por resistencias de comunidades y de pueblos indígenas a los experimentos planteados en sus territorios. 

Más información y referencias:

  1. Geoingeniería y “cero neto” en la COP26: https://www.etcgroup.org/es/content/geoingenieria-y-cero-neto-en-la-cop26
  1. Geoingeniería: el gran fraude climático (libro introductorio al tema) Biofuelwatch, Grupo ETC, Fundación Heinrich Böll: https://www.etcgroup.org/es/content/big-bad-fix-el-gran-fraude-climatico
  1. Monitor de geoingeniería (portal de información): https://www.geoengineeringmonitor.org/; https://es.geoengineeringmonitor.org/ 
  1. Técnicas de geoingeniería (hojas informativas): https://www.geoengineeringmonitor.org/technologies/ (en castellano en breve)
  1. Proyectos de geoingeniería en América Latina: https://es.geoengineeringmonitor.org/2021/06/actividades-de-geoingenieria-en-america-latina/
  1. Mapa interactivo de proyectos de geoingeniería: https://map.geoengineeringmonitor.org/
  1. Geoingeniería Solar: https://www.youtube.com/watch?v=_rOdi3l2pLY (video 2 min.)
  1. Voces críticas de científicos, pueblos indígenas, jóvenes y activistas por el clima (video, 2 paneles de 1 h c/u): https://www.facebook.com/theetcgroup/videos/982252402315372 (original); https://www.youtube.com/watch?v=DlsAOXD_Ckc (interpretación al castellano)

Silvia Ribeiro es la Directora para América Latina del grupo ETC. Ha sido periodista y activista ambiental en Uruguay, Brasil y Suecia y cuenta con una amplia experiencia en la defensa social y ambiental. Su trabajo se enfoca en tecnologías transgénicas, el control corporativo, la propiedad intelectual y los derechos de lxs indígenas y lxs agricultorxs.

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