Capítulo 2.9: Emisiones Netas Cero (Net Zero)

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Omar Masera

Cada vez se delinean con mayor claridad dos grandes estrategias -o proyectos de mundo- para mitigar las emisiones responsables del cambio climático. La primera estrategia, que promueven mayoritariamente los gobiernos, empresas y organizaciones internacionales, consiste esencialmente en impulsar un llamado crecimiento económico “verde”, que tiene como base la transición energética a través de megaproyectos de fuentes renovables y la implementación de un conjunto de opciones de geoingeniería para retirar el dióxido de carbono de la atmósfera. La segunda estrategia, que cada vez tiene más fuerza en el mundo académico y los movimientos sociales de base, parte de la premisa de que sólo un cambio radical en los actuales patrones de consumo de energía y recursos, junto con la reducción de inequidades y  una verdadera democratización de la toma de decisiones son las vías para conseguir las metas climáticas. El concepto de emisiones “netas cero” -o “net zero”, como se denomina en inglés- es parte integral de la primera estrategia. 

¿Qué son las emisiones netas cero?

El concepto de “emisiones netas cero” se desarrolló con la justificación de hacer menos costoso, y por lo tanto más viable, el cumplimiento de las metas de mitigación climática. Sin embargo, su adopción abrió la puerta a toda una gama de opciones de geoingeniería y megaproyectos que son un gran riesgo para la humanidad.

En esencia, llegar a “emisiones netas cero” significa que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de un país -el CO2 que produce la quema de combustibles fósiles, el metano producido por el ganado, el óxido nitroso producido por el uso de fertilizantes químicos, etcétera- deben ser compensadas en su totalidad por opciones que retiran el dióxido de carbono de la atmósfera (opciones de “emisiones negativas”). La remoción del CO2 se puede hacer con métodos naturales -como la reforestación- o métodos artificiales de     geoingeniería -como la captura y secuestro de carbono mediante plantas industriales. Asimismo, la compensación con opciones de emisiones negativas puede darse con proyectos implementados dentro del mismo país o en otras regiones del mundo (de países industrializados a países del Sur Global). 

En el Acuerdo de París se estableció que para no rebasar los 1.5°C de calentamiento global es necesario llegar, en el 2050, a un escenario de “emisiones netas cero” a nivel mundial. En la práctica, esto significa darle un “respiro” a las grandes industrias productoras de combustibles fósiles y su sistema energético asociado, de manera que puedan seguir operando varias décadas más, a la vez que se impulsa un nuevo negocio multimillonario de megatecnologías de remoción de dióxido de carbono. También implica permitir que el Norte Global eluda su responsabilidad, histórica y actual, en la generación del problema al aceptar que parte de sus emisiones sean compensadas vía proyectos de “emisiones negativas” en el Sur Global, instaurando así una forma de colonización climática.      

Nótese que, al incorporar el concepto de emisiones netas cero en los escenarios climáticos, se reconoce implícitamente que las estrategias actuales se basan en continuar con el crecimiento económico vía megaproyectos de energía renovable y emisiones negativas, pero no proponen un cambio de fondo en los patrones de consumo de energía y materiales. Así, las medidas no sólo son insuficientes para estabilizar las concentraciones de CO2 en la atmósfera, sino que profundizan el modelo de acumulación y degradación actual. Por ejemplo, en un análisis reciente, la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) estableció que la única forma de cumplir cabalmente con los acuerdos de París para el 2050 es complementar los proyectos de energías renovables y eficiencia energética con la captura y almacenamiento de entre 8 y 10 mil millones de toneladas de dióxido de carbono, que provendrían de los combustibles fósiles mediante opciones de geoingeniería.1

Opciones de captura y almacenamiento del dióxido de carbono atmosférico

Existen diferentes opciones para capturar el dióxido de carbono con el fin de almacenarlo de manera permanente fuera de la atmósfera o de darle un uso alternativo. Esquemáticamente, por un lado están las opciones de tipo biológico, como la reforestación, el biocarbón (o biochar como se lo conoce en inglés) o la captura de carbono en los suelos agrícolas. Estas alternativas implican, en esencia, fijar el carbono de la atmósfera mediante la fotosíntesis y almacenarlo de manera permanente en la materia vegetal viva o en los suelos agrícolas y forestales. Por otro lado, están las opciones que incluyen una combinación de procesos biológicos con tecnologías industriales, como el establecimiento de grandes plantas de generación de energía con biomasa conectadas a plantas industriales que capturan el dióxido de carbono de las chimeneas y lo almacenan en diferentes depósitos geológicos (BECCS por sus siglas en inglés). Otra alternativa dentro de esta categoría es la fertilización con hierro de enormes superficies del océano para aumentar la captura del CO2 atmosférico por las algas marinas. Una serie adicional de opciones implica la captura directa del CO2 de la atmósfera mediante procesos químicos o bien, la captura del CO2 de las chimeneas de plantas productoras de energía fósil (por ejemplo, carboeléctricas o termoeléctricas) y su almacenamiento en depósitos geológicos, como campos petroleros abandonados o el fondo marino (estas plantas se denominan CCS por sus siglas en inglés). Un último tipo de opciones implica el uso de procesos químicos para remover el CO2 atmosférico y fijarlo de manera permanente en rocas, en forma de carbonatos.2

Salvo las alternativas biológicas, incluyendo aquí el uso de la bioenergía a pequeña escala integrada con alternativas de reforestación y manejo diversificado de suelos, ninguna de las opciones de tipo industrial ha probado ser totalmente viable a nivel comercial y, en general, presentan muchos retos técnicos, de logística y socioambientales para llevarlos a la escala que se está considerando en los escenarios climáticos. 

El gran negocio y el gran riesgo de las opciones de geoingeniería

El desarrollo a gran escala de las tecnologías de emisiones negativas ha generado muchas críticas, ya que supone riesgos muy altos de tipo económico, social y ambiental. Para empezar, las opciones de geoingeniería requieren enormes subsidios públicos para su implementación (subsidios que por cierto recibirían muchas de las mismas compañías que han provocado gran parte del calentamiento global). Al mismo tiempo, el almacenamiento de enormes cantidades de CO2 en depósitos geológicos sería proclive a fugas que revertirían su efecto. Tampoco es factible hallar suficientes sitios de almacenamiento seguros y relativamente cercanos a las fuentes de emisión, lo que implica enormes costos de logística y desarrollo de infraestructura de transporte del CO2. Las opciones que plantean manejar sistemas biológicos a gran escala implican disrupciones en los complejos ciclos biogeoquímicos globales, cuyas consecuencias son imposibles de predecir. 

Pongamos como ejemplo las implicaciones de capturar y almacenar permanentemente mil millones de toneladas de CO2 por año, que es aproximadamente 10 por ciento de lo que, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (IEA), IRENA y algunos escenarios del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) deberían reducir las opciones de emisiones negativas en los escenarios de mitigación diseñados para no rebasar los 1.5°C.3 Si se pretendiera alcanzar este objetivo por medio de reforestaciones, ¡se necesitaría plantar un área de la mitad o incluso de todo México! Esto, entre muchos otros problemas, tendría implicaciones enormes en aspectos de biodiversidad, competencia con otros usos del suelo, desplazamiento de pequeños productores, entre otras.      

En el caso de alternativas de geoingeniería, como por ejemplo la captura directa del CO2 (DAC por sus siglas en inglés), lograrla implicaría utilizar TODA la electricidad generada en Estados Unidos en el 2020.4 Asimismo, estos sistemas necesitan del uso continuo de combustibles fósiles para su operación, debido a sus altos requerimientos térmicos, y los costos son elevadísimos. Diversos autores estiman que se requerirían entre mil y cinco mil billones (millones de millones) de dólares por año para llevar estos sistemas a la escala requerida para lograr un impacto climático suficiente. La mayor parte  de este dinero vendría, por supuesto, ¡de fondos gubernamentales!5 La logística que implicaría “enterrar” estos mil millones de toneladas de CO2 es espeluznante: un estudio de la Universidad de Princeton indicó que sería necesario construir 105,000 km de ductos de CO2 para el 2050.6 La dudosa viabilidad técnica y económica de estos proyectos ha llevado a que las siete plantas grandes de CCS en Estados Unidos, que estaban en construcción, hayan cerrado luego de que el gobierno invirtiera cerca de mil millones de dólares en subsidios.7

Conclusiones: Más allá del “Net Zero”

Con mínimas y muy acotadas excepciones8, las alternativas de “emisiones negativas” dirigidas a obtener emisiones netas cero a nivel global en el 2050 constituyen una falsa solución al problema del cambio climático. Implican seguir con la lógica económica actual, ahora vestida de “verde”, invirtiendo cuantiosísimos recursos públicos, necesarios para otras opciones, con el fin de dar (¡aún más!) ganancias a quienes han llevado al planeta a la crisis climática. Es una gran utopía pensar que la geoingeniería nos va a ayudar a resolver el problema climático: lo único seguro es que añadirá todavía más riesgos a la extremadamente frágil situación actual. 

Las verdaderas soluciones pasan, primero que nada, por un replanteamiento de fondo del proyecto civilizatorio actual, que tiene en el consumo, el individualismo, la ganancia, la globalización y la violencia sus premisas fundamentales, y sustituirlo por otro proyecto construido desde y por la gente local, en el que prime la convivencia y cooperación entre los seres humanos y la armonía con el ambiente. Un proyecto donde no seamos simples consumidores sino “personas”, donde se busque la suficiencia con equidad en el consumo de materiales y energía mediante el co-desarrollo de opciones diversas, contextualizadas a las diferentes situaciones bioculturales del planeta. Este proyecto implica imaginar y diseñar un mundo con una gobernanza policéntrica, en donde la palabra de cada persona cuente, no la de un puñado de corporaciones y multimillonarios coludidos con los gobiernos. Estos “otros mundos posibles” ya se han delineado a nivel global y regional y demuestran que con una fracción de los consumos actuales de energía y materiales es posible satisfacer las necesidades futuras de todos los habitantes del planeta, mitigando al mismo tiempo el cambio climático y brindando enormes beneficios en otras variables sociales, económicas y ambientales .9

Referencias:

1  International Renewable Energy Agency (IRENA), 2021. World energy Transitions Outlook: 1.5° C Pathway. www.irena.org

2  Goldberg, D., 2019. The Earth needs multiple methods for removing CO2 from the air to avert worst of climate change, https://theconversation.com/the-earth-needs-multiple-methods-for-removing-co2-from-the-air-to-avert-worst-of-climate-change-121479 

3  International Energy Agency (IEA). 2021. “Net Zero by 2050 A Roadmap for the Global Energy Sector.” www.iea.org/t&c/ e  International Renewable Energy Agency (IRENA), 2021. World energy Transitions Outlook: 1.5° C Pathway. www.irena.org

4  Sekera, J and N. Goodwin, 2021. Why the oil industry’s pivot to carbon capture and storage – while it keeps on drilling – isn’t a climate change solution, November 23, 2021. 

5  Hanna, Ryan, Ahmed Abdulla, Yangyang Xu, and David G. Victor. 2021. “Emergency Deployment of Direct Air Capture as a Response to the Climate Crisis.” Nature Communications 2021 12:1 12 (1): 1–13. https://doi.org/10.1038/s41467-020-20437-0; y, Hay, George, 2021. Breakingviews – Review: Bill Gates engineers climate risk clarity. https://www.reuters.com/article/us-climate-change-politics-breakingviews/breakingviews-review-bill-gates-engineers-climate-risk-clarity-idUSKBN2AJ1I4 

6  Larson, E. et al, 2020. Net-Zero America: Potential Pathways, Infrastructure, and Impacts. Princeton University Report.

7 Sekera, J and N. Goodwin, 2021. Why the oil industry’s pivot to carbon capture and storage – while it keeps on drilling – isn’t a climate change solution, November 23, 2021. 

8 Las opciones que involucran reforestación, producción de biocarbón y/o el manejo de carbono en suelosaplicados a pequeña o mediana escala, establecidas con criterios de sustentabilidad y contabilizadas dentro de los propios países pueden contribuir también con una pequeña parte de la solución a la crisis climática.

9 Millward-Hopkins, Joel, Julia K. Steinberger, Narasimha D. Rao, and Yannick Oswald. 2020. “Providing Decent Living with Minimum Energy: A Global Scenario.” Global Environmental Change 65 (August). https://doi.org/10.1016/j.gloenvcha.2020.102168; y  González Reyes, L. et al (2019): Escenarios de trabajo en la transición ecosocial 2020-2030. Ecologistas en Acción. Madrid. 

Omar Masera es parte del Grupo de Innovación en Ecotecnologías y Bioenergía (GIEB) en el Instituto de Investigación en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) de la UNAM. Ha coordinado grupos de investigadores nacionales e internacionales y desde el año 1998 participa como experto internacional de México ante el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). Su trabajo involucra, desde una perspectiva sistémica, interdisciplinaria y multi-escalar, temas de bioenergía, ecotecnologías rurales, mitigación del cambio climático y análisis de sustentabilidad.  omasera@gmail.com

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