Introducción: El renacer de la Esperanza

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El renacer de la esperanza

Intervención de Gustavo Esteva en el conversatorio: Las resistencias y rebeldías como actos de no guerra en medio del colapso. [1]

Es hora no sólo de resistencia sino de rebeldía. Queremos estar a su lado, con ustedes,  compas, en esta hora tan especial del planeta. Parece que hay un acuerdo bastante generalizado, casi universal, de que el primero de enero de 1994 fue el despertar para muchísima gente, fue el momento en que se reavivaron los movimientos antisistémicos. Todos, tanto los que ya eran, éramos viejitos entonces o quienes empezaban a vivir, nacimos en ese despertar, en resistencia con los pueblos que se atrevieron a decirlo antes que nadie: “no al estado neoliberal”, o no a la estructura del estado que entonces dominaba. Pero en ese entonces, estaban aceptando la existencia misma del estado, montándose en armas contra este estado, pero para tomarlo, para hacer con ese estado los cambios que hicieran falta. Es por esto que inmediatamente después, -exactamente a 12 días del levantamiento- los zapatistas aceptaron el alto al fuego y comenzaron el diálogo con el gobierno, en los procesos de Catedral y San Andrés.

Pero es en medio de estos diálogos en donde tengo que recordar una anécdota muy conocida, que provocó una inmensa carcajada en la selva lacandona: Un día, la delegación gubernamental nos llama a quienes estábamos como asesores de los zapatistas, negociando con ellos, y de manera muy seria -juro que no se estaban riendo-, pues no era una ironía, sino que era muy seria la pregunta, nos dicen: “Compañeros, hemos estado escuchando que todo el tiempo, tanto ustedes como los zapatistas hablan de dignidad. Nos gustaría mucho saber ¿a qué se refieren con eso?” Así, se ríe toda la selva lacandona del reconocimiento explícito de que esta gente no sabe lo que es la dignidad. No lo sabe hasta hoy. Este es uno de los retos y los desafíos que tenemos enfrente, el de estar teniendo que tratar con gente que no sabe qué es la dignidad o que no sabe comportarse con dignidad, que ni siquiera sabe de qué se trata eso que es la dignidad.

Los zapatistas llegaron a un acuerdo con el gobierno y se esforzaron en cumplirlo. Pero en los siguientes años, se hizo evidente el desastre con el que actuaron los partidos políticos, tanto de los hombres de izquierda, como de las gentes de derecha. Esto hace que los zapatistas, que tienen como característica principal el saber escuchar y que siempre han estado dispuestos a cambiar y a escuchar a los otros, pues como dice el comandante Tacho, “escuchar no es simplemente oír al otro, sino estar dispuesto a dejarse transformar por el otro”, empiezan a tener un horizonte diferente. En este siglo ya los vemos con ese nuevo horizonte, en el cual están contemplando otra posibilidad radicalmente distinta. Una forma de expresar esta transformación se dio en San Cristóbal, en un encuentro de los Zapatistas, cuando Yasnaya Aguilar, la notable Mixe, en su intervención en uno de esos eventos señala cómo han cambiado los propios pueblos, y que ya no están pensando como pensaban antes. En su intervención, Yasnaya explicaba por qué tuvo, o pudo tener sentido, cuando constituyeron el Congreso Nacional Indingina (CNI) en 1996, hablar de “nunca más un México sin nosotros”. Los pueblos habían y siguen siendo sistemáticamente excluidos de la construcción nacional y no estaban dispuestos a permitirlo. Pero explica lo que ha ocurrido desde entonces y así, se atreve a decir que ahora los pueblos están pensando ¿qué cosa es un nosotros sin México? Inmediatamente, el extinto subcomandante Marcos se interesa mucho, voltea a platicar con los otros comandantes, le pide a Yasnaya su texto para leerlo con calma después y le dice: –Yasnaya, nosotros los zapatistas hemos estado en eso desde hace bastante tiempo. Si la gente se fija, cuando empezaron el movimiento, no había ningún evento público en el que no estuviera desplegada claramente la bandera nacional. Si hoy se fijan, ya no la van a encontrar en ninguno. Esto señala que ya no existe la obsesión de ser parte o tomar el control del Estado, ya no es esto lo que andan buscando. Tenemos ahora otro horizonte y ese lo marcó claramente la travesía del viaje por la vida [2], cuando más allá de las fronteras nacionales, de los estados-nación –que están en tránsito de desaparición–, se juntan lxs zapatistas a escuchar a las otras y los otros de abajo, a la europa insumisa, a quienes están resistiendo y rebelándose, porque ahora es con ellxs con quienes vamos a hacer las cosas.

Quisiera mencionar una de las necesidades más imperiosas que tenemos, que es la de modificar nuestro lenguaje. Por cientos de años, los trabajadores, la gente, los campesinos lucharon por tener derechos y por conquistar derechos como el de la educación o a la salud y, una y otra vez, los estados han convertido los derechos en obligaciones. La educación, por ejemplo, consiste en la obligación de ser formado de una determinada manera, por un aparato burocrático y autoritario que carece de sentido. Si nosotros pensamos por un momento que el mismo curriculum, exactamente el mismo, está en este momento configurando la escuela primaria en todo el mundo, lo mismo en Nueva York que en Achao, lo mismo en un pequeño pueblo en Chiapas que en la gran Ciudad de México, vemos el gran absurdo que significa esta transformación odiosa de los derechos que conquistó la gente. Ahora la gente está tratando de renunciar a estos derechos. 

Un presidente municipal indígena me decía hace poco tiempo: –ya no puedo hacer justicia en mi pueblo, porque viene algún activista de los derechos humanos y, en nombre de esos derechos, me impide hacer justicia. Este es el problema que estamos enfrentando. Al oír lo que decían al inicio de esta reunión, diría claramente que la palabra ya no nos cabe, ya no nos alcanza. Por ejemplo, tenemos un grupo de estudios en donde estamos diciendo: “tenemos que sanarnos de la salud”. En lugar de sustantivos como salud y educación, que nos someten y nos subordinan a estructuras cada vez más autoritarias y cada vez más inútiles, estamos usando los verbos, pues queremos sanar, queremos aprender, queremos habitar, queremos estar haciendo nosotros por nosotros mismos, con autonomía –que es la palabra que se ha estado utilizando entre nosotros–, con autonomía lo nuestro. Y unidas, unos con otras, otros con unas, para poder estar construyendo la nueva sociedad, para poder pasar abiertamente a la nueva era. 

Esto puede significar una visión clara de lo que está pasando, para revelarnos cuáles son las actitudes de los gobiernos y los partidos políticos frente a las luchas de los pueblos. En casos como el de Nuevo San Gregorio [3], todavía se puede simular que son esos 40 los que están haciendo las agresiones, que no es el gobierno, que no es la guardia nacional. Aunque la guardia nacional –todos lo sabemos– es cómplice y deja hacer. En realidad todo el aparato es cómplice de lo que está pasando. Lo que acaba de pasar esta semana con la planta de Bonafont [4] ya no es ninguna simulación: Es directamente el gobierno, a través de la guardia nacional, que llega a reprimir a los pueblos que están reivindicando uno de sus derechos más universales, el derecho sagrado del agua. Estamos ahora todo el tiempo en términos de guerras del agua. Se ha estado quitando el agua a los pueblos para producir elementos que todos sabemos que son tóxicos y están matando a la gente. Nos preocupa, sin duda, que haya 100 asesinatos diarios en México, lo que nos coloca en un extremo de violencia. Pero es la mafia criminal de los alimentos quien realmente está causando una epidemia, pues está matando cada día a 10 mil personas en este país, con esos alimentos tóxicos que produce. 

Como se ha dicho una y otra vez en este evento, el régimen dominante, es decir el régimen patriarcal, capitalista, del estado-nación democrático está en agonía. Son los pueblos quienes hoy levantan la cabeza. Al decir los pueblos, tengo que decir inmediatamente que son los pueblos encabezados por las mujeres. Hoy está dándose algo que podemos llamar la feminización de la política, cuando las mujeres toman en sus manos las claves de lo que hay que hacer y caminan hacia adelante. Ahí, entre las zapatistas, las mujeres nos dicen que todo esto se trata de vivir, porque vivir es luchar, porque para ellas y ellos, vivir es luchar. A pesar de las dificultades y desafíos, las y los zapatistas están viviendo en fiesta permanente, con las mujeres tomando en sus manos un camino sobre el cual, me atrevería a decir, se pueden identificar las claves del mundo nuevo. Estas características son las claves de la nueva era: la amistad, la esperanza y la sorpresa. Son estas tres palabras con las que las mujeres están realizando la auténtica transformación de nuestra realidad. 

Muchas gracias. 

[1]  El video de esta intervención está disponible aquí: https://www.facebook.com/RedAjmaq/videos/conversatorio-sobre-las-resistencias-y-rebeld%C3%ADas-como-actos-de-no-guerra-en-medi/520825072683299 

[2]  Mas información puede encontrarse aquí: https://viajezapatista.eu/es/ 

[3]  Se refiere a los ataques que han sostenido las comunidades zapatistas del Municipio Autónomo Lucio Cabañas, Caracol 10 en Nuevo San Gregorio, a cargo de un grupo llamado ‘Los 40 invasores’. Ver: https://www.jornada.com.mx/notas/2022/01/12/estados/documentan-ataques-contra-comunidad-zapatista-de-nuevo-san-gregorio/ 

[4] Se refiere al desalojo de las comunidades indígenas que habían tomado las plantas de Bonafont conformando la Altepelmecalli, o la Casa del Pueblo, en Puebla buscando reivindicar su derecho al agua. Ver: https://radiozapatista.org/?p=41162&lang=en y https://www.jornada.com.mx/notas/2022/02/15/estados/agentes-desalojan-a-campesinos-que-tenian-tomada-bonafont-en-puebla/ 

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