Capítulo 4.1. El Pluriverso de Alternativas:

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Por un mundo en donde quepan muchos mundos.

Las muchas vidas y muertes del desarrollo

El 20 de enero 1949, unos minutos antes del discurso inaugural del presidente Harry Truman, se agregó un punto adicional que más tarde se conocería como “el punto 4”. Este punto presentó por primera vez la idea del desarrollo, a partir de la cual, los Estados Unidos, gracias a su enorme desarrollo tecnológico y científico llevaría al resto del mundo las condiciones materiales, tecnológicas y el conocimiento científico necesario para satisfacer todas las necesidades. Así, de un día a otro, la mitad de la población del planeta se convirtió en subdesarrollada.1

Asumiendo que todas y todos los seres humanos del planeta tienen las mismas necesidades, los mismos deseos y sueños, el desarrollo se convirtió rápidamente en una noción clave para entender el mundo post-colonial de la posguerra. En un contexto de guerra fría, en donde las alternativas parecían estar limitadas al socialismo o al capitalismo de Estado, detrás de esta faramalla bipolar, susbsitía lo que Imanuel Wallerstein llamó el Capitalismo Histórico2, es decir, un modelo que se inaugura con el ‘descubrimiento’ de América en 1492 a través del cual se instaura la construcción colonial que da forma al capitalismo contemporáneo. De esta forma la colonialidad y la modernidad eurocéntrica no son sujeto de discusión dentro de la alternativa socialista o capitalista, sino que en ambas visiones, persisten ideas como el crecimiento económico, el progreso, la civilización, la separación entre naturaleza y sociedad, el fetichismo de las mercancías y la construcción jerárquica de lo que Anibal Quijano llamó la colonialidad de poder.3

Tanto fue así que el propio Gandhi, en 1949, cuando India iba a alcanzar su independencia reconoció que la alternativa debería de ser distinta a occidente. No por ser comunista o capitalista, sino porque la visión de una industrialización bajo el modelo que había anunciado Truman sería una condena para la India. Dos décadas más tarde, en América Latina, economistas de la CEPAL, como el brasileño Celso Furtado, advertían desde entonces sobre la imposibilidad de cumplir con este modelo de desarrollo para la región. El desarrollo debe entenderse entonces como la idea hegemónica del mundo post-colonial: Se establece como la visión de Un Sólo Mundo (USM), es decir, parte de la idea de que el desarrollo es la forma de entender el mundo y que por ende, no existen caminos alternativos. 

Una y otra vez, las propuestas del desarrollo (y sus apellidos) se han adoptado como una ley universal. El desarrollo tiene un componente ideológico (enraizado en la colonialidad de poder) en una idea de civilización y progreso de la modernidad colonial, la cual se entiende como una herencia moral de occidente que debe ser impuesta sobre el resto del mundo y constituye un bien absoluto e incuestionable. Pero también tiene una dimensión material, la cual hizo posible el enriquecimiento de los países del norte gracias a la enorme disponibilidad de minerales, energía, naturaleza, trabajo barato que provino de las colonias de América en los siglos XVI y XVII y de África en el Siglo XIX.

La supuesta “carrera por el desarrollo” en donde los países pobres alcanzarían a los desarrollados, era simplemente irrealizable. Retomando una visión histórica del propio capitalismo, Furtado reconoció cómo el desarrollo era una idea abstracta que servía para convencer a las personas y someterlas a tratos casi infrahumanos, a procesos de extractivismo y a una degradación casi total de sus vidas y territorios con el único de fin de acercarlos un poco más al sueño de poder ser desarrollados. Ya en los ochentas, los economistas calculaban que para que el tercer mundo alcanzara al primero tendrían que pasar más de ochenta años, lo que implicaba que el desarrollo sería virtualmente irrealizable, en gran medida porque los países de las antiguas colonias, no tenían otras colonias de las cuales obtener minerales, trabajo y energía barata, como lo hizo Europa y los países desarrollados ‘del norte.’

Poco a poco la realidad se hizo cada vez más apremiante: en 1972, la humanidad enfrentaba el primer choque del petróleo y al mismo tiempo, un grupo de científicxs en Roma declaraba que el planeta tenía límites y que, tarde o temprano alcanzaríamos esos límites si continuábamos impulsando políticas que partían de un supuesto crecimiento económico infinito.4 El reconocimiento de que el planeta era un sistema cerrado había sido ya un concepto popular, cuando en 1968 el Apolo 8 envió las primeras fotografías a color de la Tierra vista desde la Luna. Ver el planeta en su inmensidad y a su vez, en su singularidad, fue uno de los orígenes del movimiento ambiental, pero paradójicamente también dio inicio a una especie de geopoder, a través del cual la humanidad podría ejercer un control absoluto sobre el planeta. 

Estas realizaciones dieron paso a entender el desarrollo como una condena en vez de una solución: El sueño americano pronto se convirtió en una pesadilla, en donde perseguir el desarrollo significaba cavar nuestra propia tumba. Los beneficios materiales del presente, la energía, la naturaleza y el trabajo barato, es decir la explotación necesaria para su producción, impulsarían la ruina, el colapso y el deterioro socio-ecológico de esas mismas sociedades, distribuyendo de forma inequitativa espacial y temporalmente los efectos adversos de esta empresa a nivel global.5 

Ante la enorme presión de los movimientos sociales y grupos científicos, en 1985 la propuesta de un “desarrollo sostenible” surgió como un discurso que permitó darle la vuelta a esta narrativa – ya estaba en bancarrota6 – , para proponer que el crecimiento económico no es el origen de la degradación ambiental, sino que existen formas de eliminar la degradación sin perjudicar u obstaculizar dicho crecimiento, la clave está, como lo sugería años más tarde el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en desacoplar las emisiones y el impacto material del crecimiento, en hacer los procesos más eficientes y en posicionar las inversiones en los sectores correctos (como las energías renovables).

El desarrollo sostenible es un oximorón que busca revertir las tendencias discursivas de los límites del crecimiento con el fin de reorientar el orden económico hacia un neoliberalismo del mercado, en donde la naturaleza se convierte en un recurso y su uso eficiente de esta es una forma de solucionar el problema de la pobreza, a través de más crecimiento económico y al mismo tiempo, incentivando la conservación de algunos de estos recursos para las generaciones futuras. La institucionalización del desarrollo sostenible llegó 6 años después, durante la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro y la llamada Agenda 21, donde elevaron el concepto a un estatus post-político: al naturalizarse o entenderse como sentido común, poco había que discutir sobre su pertinencia, sus propuestas o contradicciones. 

Desde entonces, el desarrollo sustentable ha tomado varias formas y manifestaciones manifestaciones, entre las que destacan la economía y el crecimiento verde. Siguiendo los pasos del desarrollo sostenible, la economía y el crecimiento verde aseguran que es posible desacoplar el crecimiento económico de la degradación ambiental a través de la eficiencia, la sustitución tecnológica y el ingenio ilimitado del conocimiento científico que ha caracterizado el progreso del mundo occidental. Sin embargo, estas suposiciones han probado ser completamente idealistas: ninguna economía ha logrado desacoplar por completo sus impactos materiales o de emisiones de GEI de su crecimiento económico, a menos que su impacto sea externalizado hacia otros países o lugares, los cuales terminan por convertirse en zonas de sacrificio para sostener el “desarrollo sostenible” en otros lugares.7 Hoy, se ve con toda claridad como la descarbonización del sector transporte y el de la generación energía en países del Norte implica una reconfiguración de paisajes a lo largo del Sur global, de donde se obtendrán los minerales necesarios para una “transición energética justa.”8 De igual forma, la promesa de la digitalización de la riqueza, a partir de criptomonedas o espacios digitales, ha implicado una inmensa demanda de energía para sostener los servidores en los que se almacenan las mal llamadas y muy tangibles nubes de información.

El desarrollo sostenible es pues un monólogo que elimina la posibilidad de desacuerdo desde cuáles son los orígenes del problema y cuáles son las posibles formas de su solución. Al ser una idea enraizada en la colonialidad, el desarrollo debe entenderse como una forma de whitewashing, es decir, un discurso que busca borrar el pasado colonial a partir del cual surge el empobrecimiento de la mayor parte del planeta en beneficio de una minoría en el mundo occidental, y al mismo tiempo, busca imponer una sola forma de entender el mundo, como la única vía hacia la civilización y el progreso.  

El pluriverso: Una lucha hacia múltiples autonomías

Entre el periodo de 1991 y 1994 esta narrativa comienza a encontrarse con sus propios límites. El colapso de la Unión Soviética, que para algunos significó el fin de la historia, fue para otros, otra vuelta a la tuerca en un proceso de descenso a la crisis terminal del capitalismo. Por un breve periodo parecía que el capitalismo había triunfado y que, siguiendo la infame frase de Margaret Thatcher, no habría ninguna alternativa. En 1992, la conmemoración de los 500 años del ‘descubrimiento’ de América y la cumbre de Río proponen dos vías distintas desde América Latina: por un lado, surgía el desarrollo sostenible como una forma de neoliberalización absoluta de la naturaleza, un modelo marcado por la enorme dependencia de expertos y por conceptos como escasez y eficiencia que se utilizaron para profundizar aún más el capitalismo neoliberal. Mientras que por el otro lado, surgía una propuesta alternativa de resistencia, en donde se aseguraba que el único mundo de la posguerra fría no era otra cosa que la homogeneización absoluta de todo. El levantamiento Zapatista de 1994 trajo a colación el hecho de que no sólo había más que una sola alternativa, sino que existían un pluriverso de ellas.9

El pluriverso surge de la frase que acuñaron los Zapatistas: “Un mundo en donde quepan muchos mundos.” Que retoma esta filosofía que tiene sus orígenes en las forma de entender la resistencia de los 500 años, que han permitido a comunidades y grupos indígenas en América Latina subsistir con sus propias costumbres sin dejarse absorber por la visión colonial de USM.10 El pluriverso se ha retomado como una forma de pensamiento y práctica que surge desde estas relaciones ancestrales con el territorio, con formas de vida y tradiciones específicas y que proponen una visión distinta o alternativa a la propuesta del desarrollo y al modelo eurocéntrico del capitalismo contemporáneo.

Para poder acercarnos a este pluriverso es necesario retomar dos conceptos que son fundamentales: la idea de USM que surge de la modernidad eurocéntrica, la colonialidad y el capitalismo en su articulación con el patriarcado; y el lado oscuro de esa modernidad, lo que  Boaventura de Sousa Santos denomina: la sociología de las ausencias. La sociología de las ausencias consiste en identificar aquello que es producido activamente como inexistente. El objetivo de la sociología de las ausencias es transformar lo imposible en posible, lo ausente en presente.11 La inexistencia se produce cada vez que una determinada forma de ser es descalificada, convertida en invisible, ininteligible o irreversible, algo que se manifiesta a través de distintas formas de violencia en la monocultura de USM.

Santos argumenta que, para hacerse presentes, estas ausencias necesitan ser construidas como alternativas a la experiencia hegemónica, para que su credibilidad sea discutida y argumentada y sus relaciones sean tomadas como objeto de disputa política. Movimientos y pensadores en América Latina han retomado el concepto de la sociología de las ausencias como una forma de ampliar el campo de las experiencias creíbles, o de lo que es posible. De esta forma, han avanzado en una transformación de la realidad al identificar aquellos saberes que fueron descalificados, trivializados, desplazados o romantizados, para proponer alternativas que ven más allá de los horizontes de lo posible bajo la lógica de la modernidad capitalista, occidental y patriarcal. 

Es importante decir que estos no son sólo supuestos teóricos de lo que sería posible, sino que son tanto prácticas como formas de vida que se manifiestan desde los márgenes del capitalismo, del patriarcado y de la colonialidad. De esta forma el desarrollo encuentra una expresión concreta en una gran panoplia de conceptos y prácticas nuevas o reemergentes tales como el buen vivir, el decrecimiento, la comunalidad, el swaraj ecológico, los feminismos radicales de varias índoles, el ubuntu, la reivindicación de bienes comunales, la economía solidaria, y la soberanía alimentaria y energética, etc. Estos son quizás los ejemplos más visibles de un campo emergente epistémico-político post desarrollista cuyo objetivo es  construir un pluriverso de alternativas y criticar e interrumpir el monólogo del desarrollo.12

El pluriverso es una forma de resaltar estas prácticas y formas de ser, existir y relacionarse, las cuales se vuelven una forma esencial de reconceptualizar las características de una modernidad occiental capitalista que hoy se encuentra en su etapa terminal. La interrupción se convierte en una metáfora ideal, puesto que la interrupción es en sí misma un acto político: trae a la mesa aquello que ha sido invisibilizado, haciéndolo tan pleno y claro que es casi imposible ignorarlo.13

Estas expresiones del pluriverso se encuentran de forma concreta en distintas geografías, pues en su mayoría, surgen desde una conexión histórica con el territorio y de las relaciones que ahí se capturan entre seres humanos y no humanos. A pesar de que cada una de estas propuestas es particular en este sentido, para muchas de estas alternativas existen algunos puntos en común los cuales se manifiestan a través de algunos denominadores: todas estas visiones apuestan a la autonomía y en casi cada una de ellas existe una reformulación de las relaciones con el Estado. Asimismo, todas ellas buscan resistir el avance del extractivismo, rechazan la idea de una sola forma de desarrollo y apuestan por una visión de democratización, autonomía y transformación política, social y ecológica en el aquí y el ahora.14 

Aunque todas estas características son esenciales para la transacción de lo local hacia lo global, tal vez la característica más importante es que proponen la capacidad de recuperar la posibilidad de imaginar algo distinto. Algo que ha sido particularmente pernicioso y siniestro del capitalismo neoliberal es que no sólo intentó convencernos de que no había alternativa, sino que naturalizó la idea de que el ser humano es egoísta por naturaleza, de que el problema es la escasez ante una demanda insaciable de las necesidades humanas y que por lo tanto, lo único que queda es el mérito, la competencia y el agandalle. 

Mark Fisher denominó esta característica como el Realismo del Capitalismo: la abrumadora sensación de que es más difícil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo y que, por lo tanto, cualquier resistencia es fútil, cualquier articulación, organización y/o protesta son inútiles pues el capitalismo es una fuerza implacable. El pluriverso es un cuestionamiento radical de esta lógica, pues no sólo cuestiona y desarticula todas y cada una de estas propuestas, sino que busca reforestar el espacio de nuestra imaginación, descolonizar el pensamiento y abrir nuestros ojos, oídos y mentes a aprender, escuchar (y dejarnos transformar por) otras alternativas de lo que es posible. 

Sobre las múltiples alternativas que aquí se presentan y los retos que enfrentamos.

La suposición del discurso de la modernidad sobre la existencia de USM se ve debilitada cuando reconocemos la profunda relacionalidad de todas las formas de vida. El pluriverso muestra no sólo que existen visiones del mundo relacionales desde las cuales el mundo es siempre múltiple, sino que dentro de esta relacionalidad existen formas o entramados comunitarios, a través de los cuales es posible, no sólo proponer y diseñar alternativas en conjunto, sino que surgen las posibilidades de una nueva forma de entender la realidad, de describirla, nombrarla y soñarla a futuro.

Así, del pluriverso surgen una serie de conceptos (o un entramado de conceptos) y ejes que pueden articularse como las bases de una transición civilizatoria que nos permitiría transicionar hacia otras posibilidades, haciendo énfasis en la relacionalidad profunda de la vida humana y no humana, en las relaciones con el territorio y en las posibilidades de proponer una alternativa que surja desde la universalización de la diferencia, desde las características particulares del territorio y del diseño colectivo de esta autonomía.15 

En este capítulo, nuestra intención es precisamente mostrar algunas de estas herramientas o conceptos que nos permitirán, desde lo teórico y lo práctico imaginar, diseñar y soñar algo distinto, algo que parte de las ontologías relacionales, es decir, aquellas que rompen con la división entre naturaleza y cultura, individuo y comunidad, y entre nosotros y ellos que ocupan un lugar central en la ontología moderna.  Algunas de las luchas de hoy en día pueden verse como el reflejo de las maniobras de defensa y activación de comunidades relacionales y visiones del mundo y, como tales, pueden ser consideradas como luchas ontológicas; tratan sobre una manera diferente de imaginar la vida, sobre otro modo de existencia, sobre esos otros mundos que, contra lo que nos dice el capital, el desarrollo, la modernidad y el patriarcado, son y siguen siendo posibles.

Carlos Tornel y Pablo Montaño.

Referencias

1 Hickel, J. (2020) Less is more, how degrowth will save the world. Penguin Random House: London.

2 Wallerstein, I (1983) Capitalismo Histórico. Fondo de Cultura Económica: México. 

3 Quijano, A. (2000) Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. En: Cuestiones y horizontes de la dependencia histórico-estructural a la colonialidad/descolonialidad del poder. Buenos Aires: CLACSO (2014).

4 Para ellos era más pronto que tarde. Ver: https://www.clubofrome.org/ltg50/ 

5 Esteva, G. (1994) “Desarrollo” en Sachs, W. Una guía del conocimiento como poder, PRATEC, Perú, 1996 (primera edición en inglés en 1992). 

6 Cuando en 1991 Ivan Illich y otra serie de intelectuales se reunieron a escribir el epitafio del desarrollo, la visión de la mayoría de ellos, es que deberían referirse al desarrollo en sentido pasado.  Sachs, W. 1992. Una guía del conocimiento como poder, PRATEC, Perú, 1996 (primera edición en inglés en 1992). Disponible en: https://www.uv.mx/mie/files/2012/10/SESION-6-Sachs-Diccionario-Del-Desarrollo.pdf 

7 Hickel, J. y Kallis, G. (2019). Is Green Growth Possible. New Political Economy, 25(4): 469-486 . 

8 Zografos, C. y Robins, P. (2020) Green Sacrifice Zones, or Why a Green New Deal Cannot Ignore the Cost Shifts of Just Transitions. One Earth 3(5):543-546.

9 Así pasamos del TINA – There is No Alternative al TAMA – There are Many Alternatives. Ver: Esteva, G. (2015) Time to Eclose the enclosure With Marx and Ivan Illich. International Journal of Illich Studies, 4(1): 70-96.  Disponible en: https://journals.psu.edu/illichstudies/article/view/59798   

10 Rivera Cusicanqui S (2010) Un mundo Chi’xi es posible. Ensayos desde un presente en crisis. [A Chi’xi world is possible. Essays from a present in crisis] Madrid: Traficantes de Sueños.

11 Santos B de S (2014) Epistemologies of the South. Justice against Epistemicide. New York, Routledge. 

12 Demaria, F., Acosta, A., Kothari, A., Salleh, A., Escobar, A. (2020) El Pluriverso, Horizontes para una Transformación Civilizatoria. Revista de Economía Crítica, 29: 46-66.

13 Ernstson, H. y Swyngedouw, E. (2018) Politicizing The Environment In The Urban Century. En Ernstson y Swyngedouw (Eds.) Urban Political Ecology In The Anthropo-Obscene. Interruptions and Possibilities. London, Routledge. pp: 3 – 21.

14 Burkhart, C., Schmelzer, M. y  Treu, N. (2020) Degrowth in Movement(s). Exploring pathways for transformation. Winchester y Washington: Zero Books.

15 Escobar, A., Tornel, C. ., & Lunden, A. (2022). On design, development and the axes of pluriversal politics: An interview with Arturo Escobar. Nordia Geographical Publications: 1–20. https://doi.org/10.30671/nordia.115526 

16 Gago, V. (2021) Feminsit International. How to change everything. London and New York: Verso.

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