Operación termita
Yásnaya Elena Aguilar Gil
Buenos vivires
En lengua mixe, un idioma indígena del sur de México, el universo de los sentimientos se halla ligado etimológicamente más al estómago que al corazón. Mientras que para el universo del castellano, es el corazón en donde habitan los sentimientos, el conjunto léxico que utilizamos para describir nuestros estados de ánimo en mixe tiene sus raíces etimológicas en una palabra que podríamos traducir como “entraña” (joojt). La disposición de nuestras entrañas se usó entonces para describir los sentimientos, por ejemplo, jotmä’ät (enojarse) hace alusión a la descomposición de las entrañas, jotmëjk (valiente) hace alusión a tener la entraña fuerte, mientras que “jotamutsk” (encoger las entrañas) nos habla de ese sentimiento peculiar que implica conmoverse y sentir compasión. Asociadas a la entraña, existe en mixe todo un paradigma de palabras que describen estados de ánimo, disposiciones de los sentimientos pero también de los pensamientos. Entre todas, me llama fuertemente la atención la palabra “jotkujk” que etimológicamente hace referencia a tener la entraña en medio, enderezada, en equilibrio o bien colocada; su significado actual hace referencia a “estar contenta1” pero también se utiliza para describir a las personas ricas, ser una persona rica y ser una persona que está contenta están léxicamente ligadas. Aquí hay que hacer una aclaración, ante pregunta expresa, las personas mayores describen que una persona “jotkujk”, es decir, una persona que es rica y está contenta, no necesariamente es aquella que tiene mucho dinero dado que, para estas últimas, utilizamos otro adjetivo muy distinto: kumeeny.
¿Qué significa entonces estar jotkujk? Estar con la entraña enderezada y en equilibrio implica tener suficiente cosecha, comer bien, implica tener lo necesario para la vida, implica una vida libre de violencia, implica disfrutar de las alegrías; implica, en resumen, como lo dijo una persona mayor, tener una buena vida, ser rico es tener una buena vida. Mi bisabuela no tuvo abundancia de dinero, nadie en el pueblo tenía, pero vivió, en general, una vida jotkujk que, cuando dejaba de serlo, necesitaba de una serie de rituales o acciones que la regresaran al estado deseado. No hay nada que atente más contra estar “jotkujk” que los excesos; el equilibrio, como en muchas de las tradiciones de pensamiento de pueblos indígenas de este continente, es una base conceptual fundamental. Jotkujk’äjtë’n es la palabra que usamos entonces para aquello que en ciertas tradiciones de pensamiento han llamado “el buen vivir” y sería tal vez la palabra mixe más relacionada con la noción quechua del sumak kawsay. Estoy segura de que en todas las lenguas y en todas las culturas existen palabras, alejadas siempre del dinero capitalista, para describir ese anhelo constante para las sociedades humanas de todos los tiempos: vivir bien, bien vivir.
Pero de pronto sucedió algo, en algún punto de la historia de Occidente, las múltiples palabras y nociones de “buen vivir” que seguramente existieron también con sus matices semánticos, fueron secuestradas y eclipsadas por completo por dos palabras que las tomaron por asalto y las sustituyeron en el universo discursivo e imaginativo: desarrollo y progreso. A diferencia de las múltiples nociones o filosofías del “buen vivir” que están siempre relacionadas con la noción fundamental del “equilibrio”, el desarrollo y el progreso, dentro del marco capitalista, se sustentan en la noción contraria, son un atentado al principio del equilibrio pues nada puede desarrollarse infinitamente sin caer en los excesos. La base del buen vivir, de estar jotkujk, es el equilibrio, la base del desarrollo dentro del sistema capitalista es el crecimiento siempre ascendente, infinito, siempre alejándose del centro, de la entraña. Para poder seguir creciendo siempre, el desarrollo capitalista rompe el equilibrio de la naturaleza y de las sociedades humanas que forman parte de ella; para poder crecer siempre se necesita, como hace evidente las ideas vertidas en esta Guía, extraer y consumir la naturaleza hecha mercancía hasta ponerla en crisis y destruirla, destruyendo a la humanidad con ella.
Las actuales definiciones de desarrollo y progreso suponen un error de lectura en el concepto del “buen vivir”, como sea que se pronuncie en las distintas lenguas del mundo. Por esta razón, por más que utilicen distintos camuflajes conceptuales, el desarrollo y el progreso no son conceptos de bienestar, son precisamente lo contrario de modo que, una frase como “desarrollo sustentable”, se convierte en un escandaloso oxímoron. De fondo hay un gran engaño, desarrollo y progreso no son la manera occidental de nombrar el buen vivir, son precisamente su negación aunque intenten por todos los medios de convencernos de lo contrario. Así que dentro de la ecología de conceptos para el “buen vivir” que existen en las múltiples culturas del mundo, no podemos incluir las nociones de desarrollo y progreso, por el contrario, son más bien sus antónimos. La crisis climática que enfrenta la humanidad lo confirma, “desarrollo” y “progreso” no forman parte del universo léxico del “buen vivir”; la crisis climática los ha desenmascarado y nos muestra que son el enemigo a la noción básica del equilibrio, son el festín de los excesos que traen dolor y muerte.
¿Acaso vivir bien es que las especies del planeta se extingan? ¿Vivir bien es morir por la pésima calidad del aire? ¿Vivir bien es que la población infantil muera por beber agua envenenada por las empresas que extraen minerales necesarios para el desarrollo? ¿Vivir bien es quedarse sin agua potable mientras que unas empresas la extraen día y noche de los mantos acuíferos para venderla? ¿Vivir bien es que la riqueza capitalista, que no es la natural, se concentre en una pequeña parte de la humanidad mientras que una gran mayoría sufre para existir? ¿El “buen vivir” que nos han traído el progreso y el desarrollo se llama emergencia climática? No, esto no es “buen vivir”, esto es desarrollo y progreso. No vuelvan a tratar de hacernos creer que las palabras “desarrollo” y “progreso” forman parte de la constelación conceptual de los buenos vivires. La crisis climática las ha proscrito en su intento de infiltrarse.
Nunca más en nuestro nombre
Como se puede leer a detalle en esta Guía, desde las voces oficiales se dice una y otra vez que el desarrollo no puede parar porque entonces no se reduciría la pobreza, dicen que los países que aún no se han desarrollado tienen que hacerlo, que es posible desarrollar a los subdesarrollados, seguir explotando el medio ambiente y al mismo tiempo parar la emergencia climática. Dicen que no se puede frenar el desarrollo y el progreso con tanta pobreza aún en el mundo. Dado que no pueden justificar el desarrollo infinito de la economía capitalista, necesitan buscar un señuelo ético: “es por los pueblos más pobres del mundo por quienes hacemos esto” nos dicen, “hacemos todo esto para erradicar la pobreza” nos repiten. Como no pueden decir abiertamente que su objetivo es que el sistema capitalista siga haciendo aun más rica a la minoría más rica del mundo, usan ahora a los pueblos empobrecidos del mundo como justificación. Pero en realidad, les interesa la crisis climática en medida que amenaza al capitalismo y no porque amenace la vida de los más pobres por los que dicen preocuparse. Nos han empobrecido y ahora usufructan nuestra pobreza para darse baños de ética.
¿Con qué cinismo hablan de erradicar la pobreza con más desarrollo cuando fue precisamente este modelo de desarrollo el que creó esta pobreza y las actuales desigualdades? Los pueblos pobres de los que hablan no son pobres ontológicamente, son población empobrecida y despojada por el mismo modelo con el que ahora pretenden salvarnos. Como es típico del capitalismo, crean el problema para vendernos la solución. Sin embargo, de este lado, del lado de los pueblos históricamente despojados, sabemos que para regresar las entrañas de la naturaleza al bienestar del equilibrio (y con ellas las entrañas de la humanidad también), es necesario parar el desarrollo que tiende infinitamente a los excesos. Así que reclamamos: no usen el nombre de nuestros pueblos que han calificado de subdesarrollados para justificar la permanencia de su injusto sistema de desarrollo capitalista, nunca más en nuestro nombre, nunca más en nombre de los pueblos empobrecidos del mundo. La pobreza a la que han condenado a las entrañas de la tierra es nuestra pobreza también. No utilicen el supuesto alivio a nuestra pobreza para seguir justificando la explotación de la naturaleza.
Para la cultura occidental, la razón ha sido un concepto muy apreciado, tal vez tan apreciado como lo es la noción de equilibrio en otras culturas del mundo; en nombre de la razón se han cometido atrocidades irracionales; tal vez por eso nos sorprenda tanto esa profunda contradicción ilógica en la que se basa el modelo de desarrollo capitalista: pretender crecer al infinito en un planeta con recursos finitos. Llamamos entonces, siguiendo los hilos de su misma tradición y apelando a uno de los valores que Occidente idolatra: no sean irracionales, no es posible sostener el desarrollo ascendente cuando la naturaleza, que han convertido en recursos naturales, está por agotarse. No sean irracionales, se los decimos en sus propios términos por si desprecian o no entienden los nuestros. Se los decimos al cerebro que alberga su razón puesto que, al parecer, no pueden escuchar el rugir de los pensamientos que surgen de nuestras entrañas.
Operación termita
En esta Guía, las falsas soluciones frente a la emergencia climática fueron desenmascaradas, se erigió ante nuestra mirada lectora esa obsesión de intentarlo todo frente a la crisis climática, todo, menos frenar el modelo de crecimiento y desarrollo que es el motor mismo de esa crisis. Además de mostrar el engaño detrás, la Guía también despliega respuestas, apunta a muchas posibilidades. Donde el modelo de crecimiento solo ve una dirección y un futuro, la Guía abre caminos diversos que se bifurcan y se encuentran constantemente para mostrarnos el futuro como un conglomerado de futuros posibles en constante ebullición. No hay verdades grabadas en piedra, son muchas las alternativas, son muchas las opciones y las posibilidades creativas de construir nuevos caminos como el epígrafe inicial de la Guía anuncia, citando a Machado. Las apuestas por la vida no son recetas dictadas desde un poder central que controla el fuego donde entran en cocción las soluciones, son más bien múltiples fogones innovando y usando antiguas recetas a la vez. Ante la urgencia de la crisis climática, la cura parece estar del lado de la lentitud, de la desaceleración y la calma con la que se marinan los ingredientes de una comida que será compartida.
Sabemos que la emergencia climática trae muerte pero no cercenará en un instante nuestras vidas, no será un meteorito concreto el que nos desparezca en un instante, la muerte que nos trae la emergencia climática no es un hecho puntual, no es el golpe preciso de una guillotina o la muerte instantánea de toda la humanidad; la muerte que trae el modelo de desarrollo capitalista no es la extinción fulminante, se parece más a una lenta y atroz tortura en donde la minoría más poderosa que ostenta el control de este sistema de desarrollo se convertirá en nuestro torturador que, después de aplicarnos miles de tormentos, se convertirá finalmente en nuestro verdugo. Contra esa tortura es contra la que nos rebelamos.
Permítanme en ese tenor, una metáfora. Hay una estructura, una tabla gruesa, grande y pesada con la que los poderosos aplastan a los pueblos del mundo; entre los que sufrimos las consecuencias de esa opresión existen algunos que piensan que es necesario arrebatar el control de la tabla a quienes la utilizan para oprimirnos. Muy pocas veces lo logran, pero, cuando lo logran, se han convertido ahora en los que controlan la tabla que continúa aplastando una y otra vez, solo que ahora esa tabla tiene nuevos dueños; mientras, entre los oprimidos, hay quienes vuelven a soñar con hacerse del control de la tabla, una vez más, para parar la opresión. Pero también, por otro lado, hay termitas, pequeñas, minúsculas y a veces casi imperceptibles, cuando su presencia es detectada, son combatidas con ahínco pero nunca han desaparecido del todo. Las termitas carcomen la tabla gruesa y pesada que sigue golpeando. De pronto, hay una explosión de termitas, pequeñas, concretas y minúsculas, todas distintas, pero todas carcomiendo de diversos modos esa gran tabla gruesa y pesada, al ser tan pequeñas no puede aplastarlas porque se mantienen en múltiples recovecos. Un día esa tabla grande e inmensamente pesada se deshace por completo. No soñemos con hacernos del control de la tabla. Interpreto el “piensa global y actúa local” de las compañeras eco-feministas como un llamado a deshacernos del engaño individualista y constituir colectividades termitas proliferando, todas distintas, plurales y diversas, todas carcomiendo su parte de esta estructura grande y pesada que es el desarrollo capitalista. Esta Guía me ha parecido un llamado a seguir tejiendo redes de colectividades termitas, a conectar con las que han resistido pensando que eran termitas en aislamiento luchando en soledad contra los insecticidas del sistema (el individualismo es uno de los más potentes); he leído esta Guía como un llamado para observar el funcionamiento de la estructura que nos aplasta y también como un llamado a la proliferación de las estructuras minúsculas, a las colectividades termitas, para carcomer todas juntas y activamente las mega-estructuras del desarrollo capitalista hasta convertirlo en un polvo maloliente que se disipará con la llegada de nuevos aires y se hará nada con el viento.
¿Oyen ese murmullo cada vez más fuerte y constante? Son las termitas royendo.
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Los pensamientos, desde la entraña, que he vertido aquí no son míos, son una respuesta, hecha de muchas ideas previas, a los pensamientos en colectivo de quienes escribieron sus pensares y análisis en esta Guía, son ideas que vienen de quienes en mi lengua y en otras lenguas han vivido y pensando fuera del paradigma del desarrollo capitalista pero dentro del extenso universo de los buenos vivires.
Amuum tu’uk joojt2:
Ayutla, Región Mixe, a 3 de noviembre de 2022.
Yásnaya Elena Aguilar Gil (Ayutla Mixe, Oaxaca, 1981) es lingüista, escritora, traductora, activista de derechos lingüísticos e investigadora mexicana. Su trabajo se ha enfocado en identificar cómo la destrucción de las lenguas y los conocimientos indígenas constituyen un tipo de violencia que se perpetúa en todo el mundo.
1 O contento, dado que en mixe ni los sustantivos ni los adjetivos marcan género gramatical.
2 En mixe se usa esta frase que equivaldría en castellano a “de todo corazón” y que literalmente significa: “de un entraña completa”.
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